El planeta más grande del sistema solar, el gigante gaseoso Júpiter, tiene enormes dimensiones y masa, superando 2,47 veces la suma de las masas de todos los demás planetas del sistema. Debido a la rotación relativamente rápida alrededor de su eje, una revolución toma alrededor de diez horas terrestres, Júpiter crea un poderoso efecto magnetosférico en un espacio bastante grande ubicado muy cerca del planeta.
La investigación científica en el Instituto de Tecnología de California, dirigida por Tom Nordheim, se centró en un estudio a largo plazo de los procesos físicos de interacción entre el gigante gaseoso y uno de sus satélites, Europa.
Europa es uno de los objetos más interesantes, desde el punto de vista de la ciencia, ubicados en las inmediaciones de Júpiter. El satélite es lo suficientemente grande como para permitir observaciones desde la Tierra y a través de telescopios orbitales. Los científicos han establecido durante mucho tiempo la ausencia de su propia atmósfera en Europa.
El interés de los investigadores en Europa se debe al hecho de que el análisis espectral mostró la presencia en el interior del satélite del satélite de agua líquida en la cantidad del ocho por ciento del valor total del objeto. Las reservas de agua en Europa penetran profundamente en el satélite durante noventa kilómetros. El volumen total de agua en la instalación es mucho mayor que los océanos del mundo.La diferencia es que en Europa, los recursos hídricos están ocultos bajo gruesas capas de hielo.
La declaración de los astrónomos y biólogos sobre la posible existencia de formas de vida en el agua bajo la capa de hielo de Europa es importante. Los científicos han modelado la interacción de los procesos físicos entre Júpiter y Europa, así como el efecto en el satélite de la radiación cósmica radiactiva del Sol. Se observó un hecho positivo de que el planeta gigante abarca el espacio alrededor de Europa con su campo electromagnético, compensando significativamente la ausencia de su propia magnetosfera.
Los rayos cósmicos destructivos penetran solo en las capas superiores del océano en un satélite, por lo tanto, la vida orgánica puede existir a grandes profundidades. Además, la corriente de partículas y rayos más inofensivos de Júpiter, interactúa con una poderosa corriente de radiación solar cósmica. Como resultado de las reacciones cruzadas, hay una neutralización de la energía que afecta negativamente a los organismos biológicos y los compuestos resultantes ni siquiera penetran en la gruesa capa de hielo de Europa.
Los resultados del modelado llevaron a la conclusión de que, a pesar de la ausencia de una atmósfera en Europa, existe la posibilidad de la presencia en la capa subglacial de la superficie de una cierta cantidad de oxígeno y otros compuestos que dan lugar a la actividad vital de los organismos biológicos.
Los datos obtenidos son una razón seria para que toda la comunidad mundial y la ciencia aumenten la actividad de un estudio más detallado de Europa en el futuro cercano.Investigadores estadounidenses están listos para ofrecer desarrollos prácticos para lanzar una nueva sonda interplanetaria a Europa que pueda aterrizar en la superficie del satélite y perforar pozos de profundidad de unos pocos metros. Por lo tanto, se pueden obtener rastros de vida orgánica bajo el caparazón helado del objeto espacial en cuestión.